Hay
tres asesinatos en Estados Unidos que constituyen todo un misterio al que
muchos les gustaría encontrar respuesta: el asesinato de John Fitzgerald
Kennedy, el de Martin Luther King, y el de Robert Kennedy. En los tres casos
las resoluciones que se adoptaron en poco concuerdan con las muchas pruebas que
en cada uno se encontraron; balas mágicas que no se saben de dónde han sido
disparados; posbiles sospechosos que fueron vistos en los lugares de los
crimenes pero que nunca se han encontrado; implicaciones políticas, complots…
El
senador Robert Kennedy había sucedido a su hermano como gran candidato para el
pueblo estaodunidense a la presidencia de EE.UU. Su caracter firme, su
inteligencia, su constancia, la consecuencia con sus ideas le habían dado ese
grado de apoyo y confianza que el pueblo norteamericano había depositado pocos
años atrás en su hermano John F. Kennedy. Y así, el que fuera mano derecha de
JFK poco a poco convertiría su carrera política en un ascenso meteórico hacia
el sillón presidencial.
Un
viernes, 5 de Junio del año 1968, Robert Kennedy se encontraba en el hotel
Ambassador de Los Angeles buscando apoyos para su campaña presidencial. De ese
modo agradecía la confianza a todos aquéllos que le habían votado en las
primarias de California, en las que había arrasado poco tiempo atrá. Quedaban
apenas 5 meses para saber quien sería el próximo presidente de los Estados
Unidos, y él era el gran candidato para ganar.
Al
acabar la reunión, la gran cantidad de público que lo esperaba a la salida hizo
que decidieran sacarlo por otro lado, por lo que se dirigieron a las cocinas
del hotel. Fue allí donde encontró la muerte. Tres disparos a quemarropa del
palestino Sirhan Bishara Sirhan acabaron con su vida después de una larga
agonía de 24 horas. Nunca se sabrá cómo consiguió entrar en las cocinas el
asesino, ni como supop de aquel repentino cambio de planes, pero las sospechas
se dispararon en todas direcciones.
Robert
Kennedy sufrió tres impactos de bala: en la cabeza, en la axila y en la base
del cuello, pero en total se realizaron diez disparos. De hecho, aparte de
Robert, hubo cinco heridos más, uno de ellos con dos tiros. En total, diez
balas, y, sin embargo, la pistola de Sirhan sólo tenía un cargador de ocho
balas. Eso hizo presuponer que, supuestamente, había dos armas, y por tanto,
dos asesinos. Pero aquella línea de investigación no se continuó. Hubo paneles
de la cocina en las que se incrustaron las balas, y cristales rotos que se
perdieron como pruebas.
El
propio Sirhan, cuando fue interrogado por un psicólogo, no recordaba nada de lo
ocurrido, y sólo acertaba a escribir: “Matar a Kennedy, matar a Kennedy…”, varias
veces, como si fuera una reacción autómata. Los amantes de las teorías
conspirativas empezaron a indicar que Sirhan estaba “programado”, teoría que
aún se reforzó cuando se supo que dos años atrás Sirhan había tenido un
accidente por el que fue internado en un hospital, y que cuando salió de él,
todos sus conocidos decían que estaba totalmente cambiado… Y las sospechas,
como ocurriera con su hermano John Fitzgerald, volvieron a apuntar hacia la CIA.
De
nuevo, los presentes hablaron de otros dos personajes desconocidos que estaban
en la escena del crimen, de un hombre rubio y de una mujer con un vestido de
lunares. Varios testigos coincidieron en ese punto, pero tampoco se encontraron
a estos dos sospechosos.
Una
cuarta bala se quedó en el abrigo de Robert sin llegar a impactarle, pero era
imposible que un tiro directo no le atravesara. Por otro lado, el disparo de la
cabeza se demostró que había sido hecho a quemarropa, a escasa distancia, y sin
embargo, Sirhan, se encontraba a más de un metro en el momento de disparar…
Muchas
pruebas contradictorias; otras muchas pérdidas; muchas líneas de investigación
abandonadas; muchos errores en el seguimiento del asesinato… y muchos intereses
particulares y poíticos, pues como su hermano, Robert seguía en la lucha contra
la mafia, en su enfrentamiento a los soviéticos y a Cuba… los mismos motivos
que parecieron tener para sospechar que la muerte de JFK fue un complot, se
volvían a dar con Robert.
Pero
como ocurrió con Lee Harvey Osvald, en este caso, tan sólo Sirhan Sirhan fue
acusado del magnicidio. Hoy día, cumple cadena perpetua, pero aun así, él sigue
declarándose inocente del crimen…
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