En
la Plaza Ávila de la población de Güigüe, perteneciente al municipio Carlos
Arvelo en el Estado Carabobo se encuentra un antiguo reloj, genuino y auténtico
monumento, como los relojes públicos de Caracas, traídos durante los gobiernos
del General Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo.
Este
reloj de Güigüe era utilizado para medir el tiempo a las personas que recogían
café de la producción sureña de Copetón, Santa Efigenia, Altamira y las Palmas.
Muchos lugares aseguran que este reloj fue testigo de las vivencias de Don
Antonio Pimentel y el General Juan Vicente Gómez, durante sus estadía en la
Hacienda el Trompillo, una de sus tantas propiedades; al morir el General
Gómez, el reloj fue trasladado a la plaza Ávila de Güigüe totalmente
descompuesto, allí fue reparado y marcaba las horas parroquiales del pueblo;
hay quienes dicen que la persona que lo reparó murió a los pocos días, luego un
hombre de origen italiano de nombre Salvador Consoli, fue operario de dicho
reloj y cuando abandonó este oficio y se marchó para su tierra natal, a los
pocos días dejó de existir, después un señor de nombre Andrés Mijares, a quien
llamaban “Chipia” murió luego de reparar el reloj.
El caso más reciente de los operarios del
aparato fue el conocido maestro de esa localidad, Juan Lorenzo, quien se
atrevió a poner a funcionar el reloj y al poco tiempo murió en Valencia.
Desde entonces se corrió la Leyenda del reloj maldito en toda la
región central de Venezuela, de que aquel que repare “El Reloj de Güigüe”,
morirá en poco tiempo.
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