Para el FBI, una de las pruebas más concluyente de que los hermanos John y
Clarence Anglin lograron escapar con vida y no perecieron en las frígidas aguas
que rodean a la prisión de Alcatraz fue el hecho de que la madre de estos
recibió cada año hasta su muerte un ramo de flores –sin tarjeta- por su
cumpleaños. La otra es aquella que especula con que los hermanos asistieron al
funeral de la madre en 1973 disfrazados de mujeres pese a la fuerte presencia
de agentes del FBI que los esperaba.
La noche del 11 de junio de 1962, cuatro presos tenían programada su fuga
de ‘La Roca’, como era conocida desde su apertura en 1933 la inexpugnable
prisión federal situada sobre un peñasco frente a la bahía de San Francisco
(norte de California) y que echó el cierre en 1963. Alcatraz estaba considerada
como una prisión de alta seguridad debido a su situación geográfica y fue el
hogar forzado de aquellos que eran considerados “individuos irrecuperables para
la sociedad” y gángsters famosos, como Al Capone.
Tras meses de planificación y excavar túneles con cucharas que les
permitieran llegar al punto débil del penal -uno de los ventiladores que
estaban en el tejado-, sólo tres de esos cuatro hombres lograron darse a la
fuga: los hermanos Anglin y Frank Morris, quien se cree que fue el cerebro del
virtuoso plan, todos ellos convictos confesos por robar bancos. El cuarto
recluso, Allen West, permaneció en su celda sin que se hayan conocido nunca
bien los motivos: el pánico o problemas logísticos que le impidieron llegar
hasta el tejado de la cárcel. La información que en los años siguientes
proporcionó West al FBI fue básica para conocer el plan de los fugados.
A lo largo de la historia de la prisión se produjeron 14 intentos de fuga
que involucraron a 36 personas; solo las tres mencionadas antes siguen en
paradero desconocido. Veintitrés reos fueron detenidos de nuevo; seis murieron
por disparo de bala durante la fuga y cuatro ahogados. Cuando la mañana del 12
de junio de 1962 se efectuó el rutinario recuento de presos, sobre las camas de
los tres hombres reposaban sendas cabezas fabricadas con papel y pelo de la
peluquería que daban la impresión de que los reos fugados seguían durmiendo.
De estar vivos, John Anglin tendría hoy 82 años; su hermano Clarence 81; y
Frank Morris 85. “Tenemos que trabajar bajo el supuesto de que lograron
escapar”, ha asegurado esta semana Michael Dyke, Marshal de Estados Unidos, a
la agencia Associated Press con motivo del 50 aniversario de la fuga. El
servicio de Marshals tomó el control de la investigación –que sigue abierta-
después de que se la cediese el FBI en 1978. “Si los fugados no son detenidos,
se entregan o se prueba que están muertos, la investigación sigue activa hasta
que cumplan 99 años, cuando expiren las órdenes de búsqueda y captura”, dice
Dyke.
Los historiadores y parte de las autoridades de entonces supusieron que los
hombres perecieron en las frías aguas de la Bahía, a pesar de que habían
fabricado una especie de balsa con más de 50 gabardinas de la prisión de la
época de la Segunda Guerra Mundial. Pero ningún cuerpo fue encontrado. Además,
las estadísticas dicen que dos de cada tres cuerpos que perecen en la Bahía
salen a flote, lo que refuerza la tesis de que al menos uno de los presos logró
llegar a tierra sano y salvo. La familia de los Anglin cree que John y Clarence
consiguieron huir hasta Brasil y han pasado el resto de sus días en Sudamérica.
Alcatraz fue polémica desde su apertura. Su vulnerabilidad –cuando se la
definía como inexpugnable- y el hecho de que la sal del mar corroía sus
estructuras metálicas e incluso los propios cimientos –una reconstrucción
hubiera sido costosísima- llevó al fiscal general de entonces, Robert Kennedy,
a tomar la decisión de cerrar el penal en 1963. El cine se ha encargado de
alimentar la leyenda de Alcatraz con películas más o menos fieles a los hechos.
Sin duda, Fuga de Alcatraz, dirigida por Don Siegel y con Clint Eastwood en el papel
de Morris, es la mejor prueba de las primeras.
El último preso en abandonar el penal fue Frank Watherman. Lo hizo el 21 de
marzo de 1963 y declaró su satisfacción por el cierre: “Alcatraz nunca hizo
ningún bien a nadie".
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